Hasta siempre Mabel Daniele

El 31 de diciembre la muerte nos arrebató, tempranamente, a MABEL DANIELE. Fundadora y primer presidente de nuestra Asociación.
Era Abogada, egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y Especialista en Derecho Administrativo y Administración Pública de la misma facultad. Su profunda vocación docente la llevó a desempeñarse desde muy joven como ayudante, jefe de trabajos prácticos y adjunta regular de la materia Derecho Administrativo de la cátedra de la Dra. GRACIELA REIRIZ, luego formó parte de la cátedra de Elementos de Derecho Administrativo del Dr. AGUSTÍN GORDILLO, siempre en esa casa de altos estudios.
Desde el año 2003 era profesora titular de legislación y régimen institucional de la especialización y maestría en planificación urbana y regional de la Escuela de Posgrado de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA y desde el año 2012 Profesora de la materia Derecho Administrativo Ambiental en la Maestría en Derecho Administrativo y Administración Pública de la Facultad de Derecho de la UBA. En cuanto a su desempeño profesional ha sido asesora jurídica en distintos organismos públicos y privados desde 1984 en temas vinculados con el derecho público y ambiental.
Fue juez de la Sala II de la Cámara Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, conjuez del Tribunal Superior de Justicia, Miembro del Consejo de la Magistratura de la CABA y perito especialista en derecho administrativo designada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para actuar ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En relación a su desempeño institucional se destacan sus actividades como fundadora y primera Presidenta de la Asociación de Derecho Administrativo de la CABA; miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina; socia fundadora y miembro del Colegio de Magistrados, Funcionarios e Integrantes del Ministerio Público de la CABA; miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Civil Justicia Democrática.
La solidez de su trabajo y la pasión por lograr una solución justa para cada caso prologaban hasta el anochecer su quehacer diario en el tribunal. Su ámbito natural era su despacho, una subsede de su hogar, en el cual rodeada de numerosos expedientes, siempre nos recibía cálida, amable, cordial; dispuesta a debatir cualquier asunto y con un cafecito. De convicciones firmes jamás abandonaba una tarea a medio camino. Nunca resignaba su mayor sueño: la satisfacción por el deber cumplido. En su afanosa y obsesiva búsqueda por componer los intereses en juego en los litigios no se ceñía a los estandarizados argumentos de rigor en la jerga judicial, elaboraba artesanalmente y, a medida, sus votos en las sentencias. Con la precisión de un relojero diseñaba los párrafos que dedicaba a advertir a la sociedad sobre la situación social que padecen muchos de los habitantes de Buenos Aires y la importancia del rol del juez como garante final del cumplimiento de la Constitución Nacional y los Pactos Internacionales en materia de derechos humanos.
Fue una mujer muy valiente y dueña de una voluntad inquebrantable, capaz de derrotar cualquier obstáculo en el camino, con ingenio e insistencia. Apóstol de la transparencia, en su labor institucional y judicial, bregó siempre por el acceso a los cargos públicos mediante concurso público y abierto. Hizo de la austeridad republicana un culto y durante muchísimos años, junto con sus colegas de la sala II de la Cámara Contencioso Administrativo y Tributario, devolvió el dinero destinado a caja chica que le asignaba el Consejo de la Magistratura. Alentó el control ciudadano de la gestión pública en todo cuanto fuere posible interpretando fielmente el texto del artículo 14 de la Constitución de la Ciudad. Embebida del principio de democracia participativa que emerge de su primer artículo amplió los horizontes de la intervención judicial en el proceso de sanción de las leyes, en materia de presupuesto participativo, medio ambiente y urbanismo.
Preocupada por la situación de vulnerabilidad que padecen niños, ancianos, enfermos, hombres y mujeres excluidos del sistema económico, procuró, con sus decisiones, lograr la vigencia irrestricta de los derechos que emanan de los instrumentos internacionales. Convencida de que el proceso judicial debía apartarse de rigorismos superfluos, procuró flexibilizar las formas; recibir y escuchar, atenta, en audiencia, a las partes que acudían al tribunal a exponer sus posiciones, conciliar los conflictos y acudir ante todo al debido proceso adjetivo y sustantivo como piedra angular sobre la que se debe construir desde la primera providencia hasta la sentencia.
Amiga de la sencillez, se ocupó de dotar de la máxima claridad posible a sus pronunciamientos, despojándolos de latinismos y fórmulas sacramentales para que sus destinatarios pudiesen comprenderlos. Enemiga del dogmatismo rechazaba cualquier fórmula que condujese a restringir el acceso a la justicia, la amplitud probatoria, la garantía de la doble instancia. Maestra dedicada de sus colaboradores: clara y didáctica nos explicaba complejas cuestiones en cuadros sinópticos. Han formado parte de equipo de trabajo profesionales que actualmente se desempeñan como magistrados y funcionarios de distintos fueros e instancias.
Exhaustiva y puntillosa en su método de trabajo ha sido una extraordinaria discípula de la Dra. GRACIELA REIRIZ y luego del Dr. AGUSTÍN GORDILLO. Él la alentó a codirigir la ley de procedimientos administrativos comentada, diversas reediciones de su Tratado de Derecho Administrativo y a concluir y publicar su tesis sobre Estudio de Impacto Ambiental (hoy convertida en un libro de la editorial Jusbaires). Ella ha sido una apasionada admiradora de su obra y su visión del derecho administrativo constitucional. Inspirada en sus criterios impulsó, a través de la Asociación de Derecho Administrativo, los intensos debates en el ámbito de la Legislatura que concluyeron con el dictado de la ley de amparo hoy vigente.
Siempre enamorada de tareas difíciles fue miembro fundador de la Asociación de Derecho Administrativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y multifacética organizadora de los Congresos de la institución , de los que cabe recordar y destacar su carácter interdisciplinario y sus talleres temáticos, que resultaban muy convocantes . Noble, leal, paciente, esperaba que, a su turno, quien alguna vez se distanciaba volviese a su despacho, tras reflexionar sobre lo sucedido. Será imposible olvidar su ceño severo cuando se le proponía alguna alternativa que, a su criterio, era inconveniente. Con firmeza, decía: «es injusto».
Lo que ha definido, sin duda, su existencia, en todos los campos en que se ha desempeñado, ha sido su lucha por el derecho. Incansablemente ha librado grandes y pequeñas batallas contra las injusticias. Nos ha dejado su ejemplo y sus enseñanzas. ¿Casualmente? Hace unos días encontré en su biblioteca un libro entreabierto y descubrí que había marcado este párrafo en lápiz negro: “…No, no basta para que el Derecho y la justicia florezcan en un país que el juez esté dispuesto siempre a ceñir la toga, y que la policía esté dispuesta a desplegar sus agentes; es preciso aún que cada uno contribuya por su parte a esta grande obra, porque todo hombre tiene el deber de pisotear, cuando llega la ocasión, la cabeza de esa víbora que se llama arbitrariedad y la ilegalidad”. Una enorme gratitud y tristeza nos conmueve. Será difícil transitar su ausencia.
Mercedes Aveldaño

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