«El título de un trabajo puede ser engañoso. Éste lo es porque no describe un recorrido geográfico, ni histórico. Presenta un simbólico arco que entrevera un episodio de la historia romana y una novela; un potente opúsculo revolucionario, y una reunión de amigos. Por debajo de él, se procura ensayar la respuesta a un singular y en cierto modo inquietante interrogante: ¿hasta dónde el molde de un ideal (en sentido platónico) Defensor del Pueblo excluye toda posibilidad de desarrollar esta figura fuera de un canon legal?»
Con esas palabras Carlos R. Constenla invita a leer sus reflexiones —siempre apasionadas y eruditas— acerca de la
posibilidad del desarrollo de la figura del Defensor del Pueblo por fuera del estado, en momentos en que «el poder político sea reacio a crear esta figura con independencia funcional y administrativa».